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Los amigos del desierto y la grandeza de perdonar y agradecer en un solo instante.


Lastimar a nuestros seres amados nos llena de culpas y cargas difíciles de reparar, afortunadamente la historia de dos amigos del desierto que escriben en la arena y en la piedra nos recuerdan el más hermoso significado de la amistad.

 

Hace ya mucho tiempo en las lejanas tierras donde las arenas del desierto adornan el paisaje cotidiano, caminaban dos viejos amigos, dos hombres que el destino había enlazado con una larga y duradera amistad a prueba de todo.

Uno de nuestros personajes era un intrépido comerciante de exquisitas telas que engalanaban a las mujeres más hermosas de la región, mientras el otro era un desenfadado común y corriente individuo con un gran gusto por la filosofía y los temas espirituales.

A pesar de tener una visión muy opuesta del mundo, ambos sujetos disfrutaban de las largas caminatas que les regalaban las brillantes y doradas arenas del desierto.

Sucedió una vez que mientras recorrían unas dunas cercanas al poblado donde vivían, un viejo tema de debate emergió entre ellos instalándose como el nubarrón que anticipa una tormenta y que hizo estallar al hombre de negocios que perdiendo el control de sus acciones, plantó una fuerte bofetada en la cara de su acompañante.

Ambos hombres se quedaron paralizados ya que nunca antes habían rebasado el límite que las palabras ofrecen pero el filósofo, hombre común y corriente se limitó a escribir en la arena:

- Hoy, mi mejor amigo me dio una bofetada en el rostro. El silencio y el remordimiento acompañaron a nuestros protagonistas hasta un ojo de agua en donde convinieron refrescarse y nadar un poco en la claridad de sus aguas en busca de calmar sus agitadas emociones.

Así de pronto y sin avisar, el hombre de negocios se dio cuenta de que su amigo había desaparecido del agua y angustiado comenzó a sumergirse frenéticamente en busca de su acompañante quien yacía sumergido en las implacables aguas del engañoso ojo de agua.

Una vez localizado el cuerpo inmóvil, el hombre de negocios tiró del pesado cuerpo de su amigo, sacándolo a toda prisa del agua y rescatándolo de un destino fatal.

Después de un tiempo cuando el filósofo recuperó el aliento tomó un estilete y escribió en una piedra:

- Hoy, mi mejor amigo me salvó la vida. Muy intrigado el hombre de negocios le preguntó:

- ¿Por qué después de que te pegué en el rostro escribiste en la arena y ahora que te he sacado del agua lo haces en una piedra? Sonriendo amablemente, el filósofo respondió:

- Cuando un amigo nos ofende, debemos escribirlo en la arena porque el viento del olvido y el perdón se encargan de borrarlo, pero cuando ese amigo nos presta su ayuda debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde ningún viento podrá borrarlo nunca jamás.

Atentamente,

Antena Colegio

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